En la cadera del mar
el tiempo se ha dormido.
Cae la tarde lentamente
mecida por la brisa:
besos, miríadas de besos
de ángeles en mi piel.
Según el Maestro Eckhart "nada
se parece tanto a Dios como el silencio".
En mi mesita de noche
escucho una luciérnaga.
A lo lejos,
suena Mompou,
su "música callada".
José Florencio Martínez
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