Y SOY MILES



¿Qué hay en el espejo trizado, 
que en él me reconozco? 
¿Son los fragmentos rotos, la ceniza, 
este limo estrellado, 
estas leves partículas briznadas, 
el reflejo poliédrico, escarchado, 
el eterno fractal inaprensible, 
las limaduras, el serrín, los segmentos; 
la descomposición, 
es quizá más cercana a mi esencia
a mi alma 
que toda la lisura y plenitud 
de un espejo pulido? 
Manto de hierba. 
soles movibles, fugaces, incompletos. 
El mar está formado por un inabarcable 
movimiento de gotas, de mareas. 
Mi saliva jamás destila igual, 
nunca es la misma. 
La metralla implacable de mis pies, 
de mis ojos, 
reverbera en la noche: un prisma de cristales, 
como agua infinita que se ondula despacio
con los flujos nocturnos. Y soy yo, centelleo; 
somos todos brillando, 
como pájaros de aire que surcan el espacio, 
donde no tropezamos con estrellas rotundas, 
donde solo hay migajas, ralladuras y polvo. 
Mi rostro no se rompe; 
es elástico, se recompone mil veces;
humedades distintas me modelan, 
soplos tibios de vigor, 
de deseos, de temibles, dulces, cambiantes, 
perecederas ansias me conforman. 
Una erupción de astillas me sostiene. 
Soy débil y soy fuerte; 
ya mi cuerpo que se alza soberbio 
y espejea en añicos de azogue,
con fulgores propios, frescos, 
novísimos, nunca antes entrevistos; 
ya mi forma transida se destapa 
y soy yo y soy miles y soy yo siendo miles. 
Sentada en una cumbre -visceral, no tangible,
imaginada siempre como refugio y roca
- contemplo el universo disgregado. 
Y sé que estoy ahí y en cada cosa 
y que el espejo roto me recoge 
con luces y con nombres 
que yo aún desconozco 
y que son míos.


Y soy miles ( Sara Mesa)

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