CANTO CIUDADANO


Sus mejillas eran frescas y tiernas
y quizás besadas por primera vez. 
Vistos desde atrás, cuando se dieron vuelta 
para volver al tierno grupo, se veían mayores, 
con abrigos cubriendo sus pantalones ligeros. Su pobreza 
olvida que es el frío invierno. Sus piernas un poco arqueadas 
y los cuellos raídos, como sus hermanos mayores, 
ciudadanos ya desacreditados. Siguen siendo invaluables 
por unos años: y nadie puede humillar 
a los que no pueden ser juzgados. Por mucho que lo hagan 
con tan increíble naturalidad, se van a ofrecer a la vida; 
y la vida a su vez los exige. ¡Están tan listos para ello! 
Devuelven los besos, saboreando la novedad. 
Luego se van, imperturbables como vinieron. 
Pero como aún siguen plenos de confianza en esa vida que los ama, 
hacen promesas sinceras, planean un futuro prometedor 
de abrazos y hasta besos. Si alguna vez se hiciera— 
¿quién haría la revolución si no ellos? Diles: ustedes están listos, 
todos de igual manera, mientras se besan y se abrazan 
ya con el mismo olor en las mejillas. 
Pero su fe en el mundo no va a triunfar. 
Debe seguir siendo descuidada por el mundo.

 «Canto ciudadano», de Pier Paolo Pasolini 

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