12.8.21 -
- anoarra
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UN MUNDO VIOLENTO, INFLAMABLE...
Un océano de piel da forma a mi costado
Estalla en el espacio
Empapando el aire
en un cálido adiós,
repentino,
como el reencuentro.
La madrugada ofrece
una siguiente noche para soñar
con magnífica
errática potencia.
Siempre el sueño
Imposible de olvidar,
Una multitud
sofisticada en la ignorancia
trazada en cada rostro
de subida
acuoso,
azul,
irreverente.
Tus pasos sigo,
estrecho,
tropiezo...
En tus livianas huellas en la nieve,
en el bosque,
tras la montaña
de arena que recorres
Temo perderme
En el susurro
En ese diálogo prolijo y silencioso,
la risa contenida de los cuerpos
la reunión de un alma
una sola,
perfecta,
solo una.
Atrapamos flores de papel
apenas calcinadas,
que sostenemos
bajo la tormenta
al viento del mar,
un destino incierto
quebrantado
injusta,
justamente.
Qué lástima aparecer de esta manera,
a lo lejos,
sin tocar
aparecer
tan solo en el sentido séptimo,
o final, tal vez,
y la devoción
que te hace ver,
oler,
derribar
este sendero cada año
una y otra vez,
otra vez,
y otra...
Volando con ojos de águila desenfocada,
una esplendente despedida
saturada,
rebosante, se diría,
aniquilada,
anestesiada por un brillo antiguo
de voces superpuestas
reverberan,
tosen
armonizan
desde aquel pasillo lúgubre
de hotel sureño
a medianoche,
decúbito ventral
sobre cuerpos agotados
Trazas, delimitas la altura de la aldea,
nuestra aldea en llamas,
entre piedras,
entre ruinas.
A través de rocas respiramos,
Volvemos en el tiempo
simultáneo
colindante
yuxtapuesto
posterior
Todo existe antes,
todo existe ahora
todo existirá
Existimos juntos
separados
y al contrario,
conscientes de lo acaecido,
de lo que vendrá
de lo que pasa justo ahora
en este instante
en este preciso instante
en que estás leyendo
A través de un cielo ardiente
En equilibrio total del cuerpo
ciñe nuestra unión sagrada;
tal vez
lo último sagrado
Desde el otro lado,
allá,
mucho más allá
Cada vez más cerca
Cada vez al lado
Cada vez acá
Un vuelo angélico de seres;
se aproximan
a otorgar la bendición
que recuerda aquella vez
junto a la piedra de la cruz
que celebró un enlace incoherente,
correcto entre paréntesis
de testigos demenciales
que lanzaron sus zapatos
al acantilado
Temo perderme,
nuevamente
en un susurro
En aquel diálogo enfebrecido y afectivo
nos doblamos,
retorcemos,
Como arándanos sin piel.
Es un fallo, un dictamen, una crónica
es la historia;
concluir de esta manera
separados por el agua,
por el cielo,
por la muchedumbre
anestesiada.
Aguanta, respira, bebe;
nos veremos en aquel lugar,
junto al vitral de tres colores,
Saludando a todos
sobre la estela que te sigue.
Bebe, inhala, resiste;
encontraré el lugar en el que estoy,
Saludaré a todos
me desterraré
sobre la estela que nos sigue;
una pirámide lunar,
un sacrificio.
Esta noche estaré en aquel lugar
que me transfiere,
como tantas otras noches
en que te apareces
y trasluces
como un ángel somnoliento
envuelto en llamas,
en secreto.
Siempre el mismo sueño,
una y otra vez,
y otra...
Es algo ligeramente divertido.
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